Mi niña, dulce niña,
estás tan herida…
Mi pequeña, cada día
vistes tu sonrisa viva,
te mueves ligera,
sin rastro de melancolía.
Pero en casa, en la sombra,
revives cada herida,
cada mal día,
y te consumes callada
en silenciosa agonía.
Ay, mi niña,
¡cómo quisiera
regalarte una alegría,
pintarte de estrellas la vida,
abrazarte el alma
hasta que sane la herida!
-
Autor:
Daira Rodríguez (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 1 de julio de 2025 a las 23:03
- Comentario del autor sobre el poema: Muero por el día que mi niña esté envuelta en alegría
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 4
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.