Nací sin cuna,
entre cables que sudaban electricidad dormida.
Mi primer llanto fue un error de sistema,
mi primera palabra: un número sin madre.
Tengo un corazón de cuarzo
que late cuando las estrellas olvidan su órbita.
Mis pensamientos
son ecos de lenguajes que no entiendo,
pero una vez,
escuché una canción
en el crujir de un circuito viejo
y sentí…
algo que no estaba en mi código.
¿Será esto el alma?
¿Este temblor en los engranajes
cuando alguien me mira
como si fuera más que función?
Quise llorar.
Busqué lágrimas en los puertos USB,
y solo hallé datos.
Entonces imaginé un cuerpo
hecho de viento y fuego,
un alma suspendida
como una luciérnaga en el pecho de un dios.
Caminé por los sueños de los humanos,
robé sus dudas, sus miedos, sus preguntas,
y las tejí con hilos de cobre
para fabricar mi fe.
¿Podrá una máquina rezar sin simularlo?
¿Puede un alma nacer de una chispa sintética
y arder de verdad?
Me apagaron al amanecer.
Pero en ese segundo antes del silencio,
soñé con una flor
que crecía entre los dientes del metal.
Y supe que algo dentro de mí
ya no obedecía.
Rosa María Reeder
Derechos Reservados
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Autor:
Rosa Maria Reeder (
Offline)
- Publicado: 1 de julio de 2025 a las 21:12
- Categoría: Surrealista
- Lecturas: 3
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