Poema a una hija

I

¡Hija! 

Tengo tu sonrisa

en mi corazón 

y tus ocurrencias

en mi sol. 

Feliz palpito

y evado pestañeos 

al verte

con los ojos de Dios.

II

Ahora ya es de noche,

tiempo de devoción.

Imploro a Dios

para que transites la senda

del amor y del perdón. 

Ya dormido, sueño contigo, 

jugamos y sonreímos.

III

Tus palabras sonrojan

mi rostro 

y colorean el camino.

Entusiasman el alba

para alumbrar tu destino 

y tejer la vida, contigo.

IV

Al amanecer una tenue lluvia 

acorde con tu despertar, 

roza tu sonrisa 

y auspicia una gélida mañana 

de calor maternal.

V

Ahora vas al colegio, 

colmada de ganas,

titiritando alegría

rumbo al alma, 

la que agiganta y guía, 

el camino de la esperanza,

que es bendita hidalguía.

VI

Sales de clase 

con desbordado entusiasmo. 

Dices: Aprendí a rezar, 

hago "talaota" y triángulos. 

Tus padres orgullosos

te brindan abrazos.

VII

Paseamos por la calles 

de tu ciudad natal, 

es Independencia,

junto a la capital, 

tu espacio vital, 

pequeña heroína

en su pedestal.

VIII

La fe mueve tu vida,                     

antorcha de tu fervor;

tus sueños la enarbolan,   

flamean tu candor,

es el camino a El Señor,     

sublime cita de oración.

IX

Me pides un cuento.

Te gusta El Principito.

Él es un soñador.

Le gustan los planetas, 

la rosa y el sol;

y tú eres su luna, su resplandor.
 

X

La cadencia de tu voz

trastoca mi existencia 

y tu canto angelical

rocía la glosa 

que inspira la mañana 

de tu ternura hermosa. 

XI

Cada paso tuyo, 

una huella en el sendero,

un legado de luz 

que al mundo  dejas.

Creces, mi amor, 

y en cada amanecer nuevo,

mi corazón celebra

las promesas que forjas.