Se abren mis ojos a un grito de sal,
donde el titánico mar, se desboca;
Aquel intrépido cuerpo, desnudo y real,
desafía la furia, parpadeo me provoca.
Allá en lo lejos, reporta iridiscencia,
Su silueta osada en la inmensidad.
Detrás, ardiendo en el matiz de su existencia,
Derramo esfuerzo de pura libertad.
No hay pudor en su gesto, ni temor,
Solo la audacia de quien se atreve
A ser faro de luz, un resplandor
Que, en mi penumbra, indómito me lleve.
Cada curva es un riesgo que asumo,
Cada línea una meta de conquista.
El deseo me vuelve cual torbellino;
impulso que mi corazón registra.
El viento me trae el eco de su aliento,
La espuma se rompe en ese cristal.
Ella, la brisa y yo, su pensamiento,
Tempestad de un deseo inmortal.
Sigue su ruta un deseo firme y etéreo,
Pero aquí, en este instante, ardes.
La miro, ardiente y desafiante, y veo
este anhelo, esa visión entre las redes.
¡Y la atrevida marea, abraza la indómita desnudez de nuestros instintos!
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Autor:
Leoness (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 28 de junio de 2025 a las 16:47
- Categoría: Amor
- Lecturas: 5
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