Sabes algo:
tu mente es una cartografía salvaje,
un bosque donde uno se pierde
no por error, sino por deseo.
Y yo —a escondidas—
conservo el mapa.
Antes de ti,
todo era deriva.
No había orilla,
ni faro,
ni suelo firme.
Hoy, en el relieve tembloroso de tu sinceridad,
cuando el día se partía en su último minuto,
estabas ahí:
firme como raíz,
sutil como lo que aún no se nombra.
Me diste fuerzas.
Porque estaba a punto de irme.
Día 364.
Ese borde donde uno se despide de todo,
sin decir adiós.
Hay días en que amarte
es asediarme también,
conquistar las ruinas de mí mismo
con tu voz como estandarte.
Ahora —cuando se trata de ti—
todo afuera es un silencio hondo.
Los otros,
los ruidos,
las voces ajenas,
ya no me alcanzan.
No sé si hay envidia,
si murmuran.
Quizás.
Pero a mí ya no me importan.
Porque cuando pronuncio tu nombre,
el mundo se borra del mapa.
Y yo me salvo.
Tal vez tú también tengas un día 364.
Y un mapa que aún no sabes que guardas.
¿Y si me pierdo otra vez,
sabré llamarte?
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Autor:
Milber Fuentes (
Offline)
- Publicado: 26 de junio de 2025 a las 11:36
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: Milber Fuentes, Mauro Enrique Lopez Z.
Comentarios1
Humm, interesanteee
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