Un desmedido deseo colma un vaso de diferentes sensaciones.
¿Acaso los linderos no son otra cosa que la unión que nos hace
vecinos que tomamos aquello que más nos apetece
de los campos sembrados que nos mantienen con el espíritu fuerte?
vecinos que tomamos aquello que más nos apetece
de los campos sembrados que nos mantienen con el espíritu fuerte?
Entre preguntas arrecia una especie de corriente
de aire que hiela y de aguas que van y vienen,
en estos infernales días en que los políticos,
en nada payasos, pues aburren,
ellos construyen, mientras atizan las brasas del hambre,
ojivas gigantes llenas de gas mostaza con que dar sabor a los perritos calientes.
de aire que hiela y de aguas que van y vienen,
en estos infernales días en que los políticos,
en nada payasos, pues aburren,
ellos construyen, mientras atizan las brasas del hambre,
ojivas gigantes llenas de gas mostaza con que dar sabor a los perritos calientes.
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Autor:
jvnavarro (
Offline)
- Publicado: 26 de junio de 2025 a las 03:10
- Comentario del autor sobre el poema: Despejando incógnitas se observa lo que se quiere.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 30
- Usuarios favoritos de este poema: Pilar Luna, Lualpri, Paris Joel, alicia perez hernandez, JAGC, ElidethAbreu, Mauro Enrique Lopez Z., Classman, EmilianoDR
Comentarios2
(Dulce et decorum est - Wilfred Owen)
Encorvados, como mendigos ancianos con el hato a cuestas, chocando las rodillas y tosiendo como viejas, maldecimos a través del lodo. Logramos dar la espalda a los acechantes destellos enemigos y emprendimos el penoso camino hacia nuestro retirado descanso.
Los hombres marchaban dormidos. Muchos iban descalzos, pero avanzaban, cojeando, con los pies bañados en sangre. Todos iban lisiados, todos cegados, ebrios de fatiga, sordos incluso al silbido de los rezagados obuses 5.9 que detrás de ellos caían.
¡Gas, GAS! ¡Rápido muchachos! Torpemente, a tientas nos ponemos justo a tiempo las incómodas máscaras, pero uno de nosotros quedó gritando, indeciso forcejeando, como atrapado en cal viva o en fuego... Vagamente, a través de los vidrios empañados y una verde luz espesa vi cómo se ahogaba hasta el fondo de un glauco mar.
En todos mis sueños, ante mi mirada impotente, se desploma ante mí y es engullido por una cloaca, asfixiado, ahogándose.
Si también tú, en tus pesadillas, pudieras ir marcando el paso detrás del carretón en el que lo arrojamos y ver en su cara unos ojos blancos de angustia, retorciéndose, su cara de ahorcado, como la de un demonio hastiado de su propio pecado; si tú también, en cada tumbo, pudieras oír la sangre saliendo a chorros de sus pulmones consumidos, obscena como un cáncer, amarga como el pus de llagas atroces e incurables en lenguas inocentes, entonces, amigo mío, no contarías con tanto entusiasmo a unos chicos que ansían una gloria desesperada esa vieja Mentira: Dulce et decorum est Pro patria mori.
Wilfred Owen (1893 - 1918) fue un poeta británico reclutado a los 22 años como soldado en la Primera Guerra Mundial. Después de vivir en carne propia lo terrible del conflicto, escribió versos en los que denunció lo que realmente pasaba en las trincheras y en el campo de batalla.
Así, expresó el dolor, el cansancio, el hambre y la desesperación a la que se vieron enfrentados miles de jóvenes que partieron al frente con la esperanza de convertirse en héroes. En contra del discurso patriótico que imperaba en el periodo, decidió mostrar lo cruento de una lucha que no beneficiaba a nadie.
En este poema hace referencia a la famosa frase de Horacio que dice "Dulce y honroso morir por la patria", idea que circulaba durante aquella época para animar a los jóvenes a enlistarse.
Lo más relevante en estos versos es que alude a la utilización de gas mostaza. Por primera vez en la historia de la humanidad, se utilizó como arma masiva por ambas partes. La descripción del compañero que no alcanzó a ponerse la máscara resulta estremecedora, especialmente cuando otorga detalles como: "pudieras oír la sangre/ saliendo a chorros de sus pulmones consumidos".
De este modo, describe con dureza el estado en que los dejó la contienda y alega que no hay nada de glorioso en sacrificar a la población de aquella manera. El autor tuvo que ser internado en un hospital de Edimburgo por trastorno de estrés postraumático. Luego de recuperarse, regresó a la batalla y murió en combate.
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Saludos poeta
Gracias Carlos y un saludo
Gracias mi querido Jose Vicente Navarro.
Abrazos.
Gracias estimada Elideth
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