No dejo mi canto,
Porque el canto es mi consuelo.
Cantando me han de hallar,
Porque calma mis dolores,
Tributando al Altísimo loores.
No canto por dichoso,
Ni porque me sobre el pan,
Sino porque en la tristeza,
El alma quiere volar.
Pero me faltan alas,
Cuál gavilán desearía ser,
Para volar hacia el alba,
Y abandonar esta desdichada alma.
Más mis alas son de polvo,
Y mis fuerzas como el lino,
Que se quiebra entre los dedos,
Al soplo leve del destino.
O ser como el caballo,
Para cabalgar y dar vueltas sin parar,
Más mis pies se adormecen.
Y mi alma se encadena,
Ala sombra del pesar,
Cómo potro en campo ajeno,
Sin rienda y sin despertar.
Pero me es devuelta la razón,
Y vuelvo a tierra,
Me doy cuenta que cantando he de ser,
Porque es lo que calma mi sed.
Porque el canto es el río
Que limpia mi alma herida,
En cada verso escrito
Renace mi vida.
Al sentir el viento, escucho el eco
De mi libertad que alza vuelo.
Mi alma anhela dar su último aliento,
Cantando ala sombra del Altísimo,
Mi sustento.
-
Autor:
Mateo (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 25 de junio de 2025 a las 11:12
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: EmilianoDR, Mauro Enrique Lopez Z., Emilia🦋, ElidethAbreu
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.