Oda a la resiliencia.

Antonio Miguel Reyes

 Oda a la resiliencia.

 

Por que cuando me escribes nunca dices

que tengo que mirar para otro lado,

¿Acaso mi futuro lo predices

o tienes por costumbre ese pecado?

 

Tu me hablas entre sombras, sin raíces

como si amar fuera un verbo prestado

como si al pronunciarme te deslices

por bordes donde todo está vedado.

 

¿Temes que mi verdad te comprometa?

¿O es que tu voz se esconde en la distancia?

Nombras le eterno como quien lo reta,

y olvidas que también duele la infancia.

 

Con cartas que jamás han sido enviadas

de párrafos que tiemblan por tu juicio

y tu, sellando puertas atrancadas

como quien pacta amor sin sacrificio.

 

No sé si tu silencio me condena

o si tu voz me salva sin querer;

mas sé que esta esperanza, tan ajena,

se muere un poco más hoy que el ayer.

 

No entiendes que al pedir que no te mire
me lanzas al abismo sin razón

y mientras mi ternura no se pire:

te busco incluso en medio del rincón.

 

He sido tu mitad sin ser llamada

tu refugio de noche sin contrato

y tu, como si nada, desarmada,

te vas dejando el alma en un retrato.

 

Tus letras son puñales con perfume,

metáforas que brillan y que muerden.

Prometes como quien la culpa asume

y juras sin pensar lo que recuerden.

 

No es odio lo que nace de tu ausencia,

ni es la rabia lo que arde en esta piel,

es solo este dolor con residencia

en cada “no me mires”es tan cruel.

 

¿Y qué hago con la fe que me sembraste?

¿Con las horas de espera en mi costado?

¿Con todo lo que a medias me dejaste

como un amor prestado y mal usado?

 

Ya no te escribiré como castigo,

ni esperaré respuestas del vacío.

Te dejo en paz, que yo ya estoy conmigo

y es mi silencio ahora en quien confío.

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  • Autor: Antonio Miguel Reyes (Online Online)
  • Publicado: 24 de junio de 2025 a las 07:10
  • Comentario del autor sobre el poema: Este poema es una narrativa emocional poderosa de alguien que ha amado sin ser correspondido plenamente, que ha esperado, ha sido herido y finalmente ha optado por cerrar el ciclo desde la dignidad interior. No hay venganza, sino claridad; no hay odio, sino autoafirmación. Es una oda a la resiliencia afectiva y una renuncia poética a la dependencia emocional.
  • Categoría: Reflexión
  • Lecturas: 2
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