Nuestra historia.

Al terminar su relación, pensó que jamás sería digna de sentir eso que llaman amor. Envuelta en sus propios dolores, guiaba sus pasos por este mundo sombrío.  

Regreso a sus raíces, creyó que alejándose se iría de su mente. Pero no fue así... El tormento la perseguía. Infame hombre, te despojó no sólo de tú amor propio..., sino que me hizo perder la fe, en que nada podía ser distinto, si es que no estabas con él. 

Familiares y amigos la aconsejaban, no querían verla abatida. Pero nada resultaba. 

En un torbellino de emociones negativas, estuvo durante un año, sin tener motivación, sin tener abiertas sus alas para su liberación.

La vida está hecha para aprender y sobrellevar cualquier tristeza, sin cansancio eso le decían, sin embargo, nadie comprendía, la herida mortal propiciada, dejándola muerta en vida.

Como una intrusa, la depresión llegó a su vida. Y metida en su sarcófago, era imposible no rememorar sus dolores más intensos. Un llanto desconsolado se depositaba en sus ojos tristes, la hacían sentir despreciable. 

¿Ella era la culpable?..., claro que no. En el fondo de su alma lo sabía, pero no entraba en razón...Su corazón temiendo su extinción, le gritó desde su pecho, que no sucumbiera al dolor. Abre tú prisión, y sé feliz. Deja de hacerle sentir, que es importante para ti. 

Más las raíces la anclaban a la tierra, impedían su evolución. Hasta que su corazón se apagó.

Dejó de creer en que todo podría ser distinto, y se quedó mirando impávida un horizonte sin destino...

Y entonces ocurrió. Tus ojos se cruzaron con una llama llena de pasión. Asombrada seguías sus pasos sin pensar, algo dentro de ti comenzaba a brillar.

¿Acaso era él, ese ser que aplacaría tus demonios, que tomaría tu mano y te protegería en lo cálido de su corazón?.

Han pasado años desde ese maravilloso encuentro, y todo sigue igual. Su amor florece cada día, sin olvidar que la vida los unió y el destino no quiso un final. 

El horizonte que ahora miró, se ve esperanzador, porque en el habitamos tú y yo.