Hay días, semanas y meses de los que hay que hacer un balance —y no precisamente de gastos, de pérdidas y ganancias en términos monetarios—. Es un balance más profundo, precisamente ese, que sin detenernos vamos dejando a un lado. Hablo de los hechos de la vida, de los encuentros y desencuentros, del tanto hacer y del quehacer diario, que en un épico silencio nuestro tiempo se va llevando. No hay políticas específicas ni planificaciones estratégicas geniales, que mitiguen del todo aquello que nuestro ser va socavando, a veces para mejor o para seguirnos moldeando.
Tal vez hablo de todo aquello que recibimos, y que a la vez, vamos entregando; de las tristezas de la vida, de los sinsabores y los altercados, de esa gente que nos disipa, y de aquella que en solo un momento, en una sonrisa, en un abrazo, sin saberlo nos levanta y nos renueva, sin saberlo, sin siquiera sospecharlo... Quizás un poco de las lecciones que en reciprocidad nos han enseñado, y que van dejando profundamente alojado, un cúmulo de emociones que al corazón han alterado.
Son angustias y desengaños, alegrías y momentos mágicos; una serie de procesos tan reales y a la vez tan vanos, efímeros o trascendentales, eso de acuerdo al giro que les damos. Es más, ¿por qué negarlo? Si en un mundo finito, nada importa tanto como el bienestar de todos y el amor que nos brindamos.
Pero qué vaina tan seria esta que somos los humanos: Nos enfrascamos en cosas que se nos salen de las manos, sin tomar en cuenta que tenemos la fuerza del universo para sobrellevarnos, colmarnos de cariño y cuidarnos. Pero insistimos en la competencia, en mirarnos de reojo, en crear una burbuja cuando alguien aparenta desgano, en brindar una imagen, en sentirnos rechazados, y más aun, en buscarnos aliados…
¡Por Dios! Cuánta desidia, cuánta maldad y desinterés en mirarnos, en compartir lo que somos, en cerrarnos, en creernos no sé qué y no sabernos tan pecadores como humanos.
Yo quisiera esa sabiduría que viene de lo alto, para no dejar que me duela, que me afecte o que me infecte de tanto ego acumulado… cuando en realidad, quien nos hizo solo mira corazones. Y junto a Él, si lo permite, nos vamos.
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Autor:
Erika Castillo (Seudónimo) (
Online)
- Publicado: 24 de junio de 2025 a las 04:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 1
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