Te llamo Padre

Te llamo Padre

Desde el día en que llegaste,
has luchado sin cesar,
enseñándonos a amar,
para siempre te quedaste.

Con palabras y acciones
nos demuestras la pasión
de tener un corazón,
que destila bendiciones.

Nos enseñas que caernos
no es motivo de llorar,
porque grande es continuar
cuando damos a valernos.

Te llamo Padre y lo digo
con estima y con amor,
recordando que el valor
lo has sembrado tú conmigo.

Porque has hecho de la espiga
una forma de vivir,
revelando que cumplir
es honor de mano amiga.

Nunca hablas de tus penas
ni te quejas del dolor;
solo muestras que el amor
puede más que mil cadenas.

Eres himno en la batalla;
fortaleza sin desliz,
porque verte muy feliz,
representa una muralla.

Nunca pides gran alarde
cuando ayudas con esmero:
solo vas, gran compañero
justo a tiempo, nunca tarde.

Te llamo Padre, con cariño,
con placer de un hijo bueno;
me has llenado, tan ameno
de sonrisas, cuando niño.

No hay trofeo que contenga
lo que tanto has construido,
pues es mucho lo que has sido
y serás mientras te tenga.

Si algún día es tu partida,
estarás como canción
y dirá mi corazón:
¡solo muere quien se olvida!

Te llamo Padre y lo digo,
porque siempre todo das;
y lo grito, que además,
eres hombre y gran amigo.

                      Samuel Dixon