ENTRE DOS ORILLAS

Hoy, la ciudad parece vencida.
Los semáforos titilan, como si dudaran,
y un papel gira en la acera, sin rumbo,
como yo.

El viento dice cosas que no comprendo,
pero igual me detengo a escucharlas.
No todo lo que suena necesita sentido,
como el silencio de ciertos cuerpos
que ya no están.

Una mujer cruza arrastrando su sombra,
una bolsa, un gesto deshecho.
No me mira.
No importa.

Los bancos están vacíos, pero murmuran:
de otros,
de antes,
de lo que no hicimos
por miedo,
o por demasiado amor.

Camino.
No hacia un lugar cercano,
sino lejos.
Quizá eso también sea elegir.

Y entonces apareces.
Con tu risa franca,
sin pasado que duela,
con palabras que construyen
en lugar de recordar.

Pero ella también regresa,
desde otra parte,
ya sin cuerpo, sin futuro,
con la quietud del agua estancada
y la herida de quien se fue sin aviso.

Estoy aquí,
entre dos orillas.
Una me llama con vida,
la otra, con culpa.

Y elijo.
Aunque duela.
Aunque tiemble.
Aunque arda.

Elijo lo que aún respira,
lo que no se esconde,
lo que me nombra
sin fantasmas.

José Antonio Artés