He llegado a las hojas de una plantita
con huellas mil de varios inviernos,
sumando sabias y sabios ancestros.
No he visto para atrás y, sin embargo,
rodé por las ramas cuanto pude rodar,
arriba y abajo, como una nube llena,
imposible de terminar de vaciar.
Menudos encontronazos con la tierra
he sufrido por no saber a dónde ir.
Quizás el rumbo de las estrellas
me pudieron elevar sobre las hojas,
la Luna en ocasiones muy sonriente,
el Sol casi siempre con brazos abiertos
y el frio me mandaba a las profundidades,
a estar quieta como una afrenta.
Sin embargo, tenía que ocurrir un día,
que asomara a la puerta triunfante,
elevase mis ofrendas a la ofrenda
y me descubriese bella entre las cosas
no comunes, y a pesar, no evidentes.
Una explosión como un parto natural,
como un volcán, un orgasmo perfecto,
y ahí nomás, unos días, solo es disfrutar,
desde los primeros segundos la agonía,
dulce y pomposa agonía de pétalos
que se enseñorean sobre el verde,
que derraman olor, color y sutilezas,
que dejan tras de sí la esperanza de que,
una vez convertida sea la flor en semilla,
las plantitas sigan siendo un ramo de hojas
dispuestas a recoger las gotas de tiempo,
pequeños sorbos de energía, que beberán
embriagadas de vida, más de una estación,
hasta que despierten en mí, otra vez
los deseos que imprime la primavera,
y pueda buscar de nuevo los ríos de luz
en el macrocosmos de mi verde plantita.
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Autor:
Carosif (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 23 de junio de 2025 a las 00:49
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
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