Aquella mujer

Mateo Jesus

Pero aquella mujer me ha devuelto la razón.

En verdad, no lo podía comprender,

Pero decidieron como lluvia las escamas de mis ojos.

Que estaban velados por el miedo.

 

Por cierto, ella es deseada más que las riquezas.

Ciertamente es preciosa como el amanecer;

Y más bella que las flores.

Sus palabras hicieron florecer mi interior;

Una calida primavera en mi ser.

Escribiré de ti, pues alegraste mi alma con tu presencia.

Tu aspecto es hermoso y tú piedad; deseable.

Quisiera encontrarte en mi camino u

na vez más.

 

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