ODA A LA RESURRECCIÓN DE LO AMADO

Roy Royers

¡Cara melo-diosa, que estimula el gusto por el placer, esconde la belleza de la muerte y levántate de la tumba! ¡Quédate entre nosotros y deja que nuestros vacíos ojos llenen tus cuencas con la hastiada felicidad que había en ti! 

¡Arroja tus huesos contra la existencia y vive entre las carnes del sapiente! 

¡Estrellada tú eres entre todos nosotros y estrellada tú eres en toda tu oscuridad!  

Juego es aquello que quiero darte y tu jugo es aquello que tú habrás de darme. 

Clava, clava tu blancos dientes en mi oscura madera y muerde la invisible piel; desgarrarla, teje con mis carnes tus mil y una caras tras saborearme y déjame jugar a tus adivinanzas una vez más, pues muchos antifaces tienes y quiero verlos.

A tu encuentro acudirán reyes y reinas intrigados, y tras oscuras gafas, temerosos, ocultaran sus cuencas por tu presencia.  

¡Negro, nefando color para los vivientes, levanta vientos de perfume para los blancos entendidos en el amor y esparce tu putrefacción! Sí, querida Laura. ¡Sé la única! ¡Quiero que seas la única! La única para mí, así que déjame ver cómo tus pardas gemas les convierten en títeres sin cuerda. Porque tú la llevas. 

¡Ay, Laura! ¡Dame tu esquelética mano , no soy tímido como aquellos que no quieren caer en sueño perpetuo!

¡Y no me engañes, porque no soy como esos que te ven con tristes ojos! 

¡Sonríe! ¡Sonríeme! Porque quiero ser inmortal. Yo, a diferencia de aquellos, no quiero llegar al cielo porque ya he llegado, así que tómame cuando quieras, no le temo a tu toque mortal, el cual me matará y habrá de darme vida.  

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