LA MUJER QUE AMO

ENRIQUE HORNA

Asomo entre las sombras del vacío

Cuando mi soledad era una risa forzada

Tarde en que el sol aliviaba su angustia

Aspiramos juntos el perfume del viento

Ansiado abrazo para honrar un beso

Tatuando la piel para sepultar el olvido

 

Tiene la paz seductora del horizonte

La risa mas tierna de las olas

Los ojos generosos de la inocencia

Ofreciendo esperanza para celebrar la vida

Delirio sin esperar nada a cambio

Mas allá de lo que el corazón necesita.

 

Viaja sin temor a la distancia

Siembra la buenaventura de los instantes

Es tan humilde como las flores que cultiva

Transformando las huellas del tiempo

Entre la aurora y los arboles

Tomando mis manos para navegar el cielo.

 

Es una melancolía que no llora

Caricia indomable de su familia

Solidaria en las llagas de la tristeza

Cantora y bailadora de las alegrías

Esta en todas partes de mis afectos

Compañera alumbrando mi existencia.   

 

EH                                                                               

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