Quisiera

Mateo Jesus

 

Te extraño, como los cachorros de perrillo separados de su madre;

ojalá algún día Dios vuelva a unir nuestros caminos.

 

¡Cuán deseada eres, amiga mía!

Quisiera tenerte cerca.

Quisiera ser el sol, para iluminar tu bello cabello,

y la luna, para acompañarte en las largas vigilias de la noche.

 

¡Oh, vuelve, amiga!

Te quiero, y agradezco lo que vivimos.

Fuiste una luz en mi andar;

una bendición que no puedo olvidar.

 

¡Cuán preciosa eres!

Más que cuando raya el alba,

iluminando las flores con suave calma.

Más que la caída de la noche, cuando su manto de estrellas

ciñe la tierra y la deja reposar de su arduo trabajo.

 

¿Hasta cuándo he de esperarte?

Quisiera olvidarte, borrarte de mi memoria;

pues así descansaría mi alma.

Pero me es cosa difícil… cada día te extraño más.

Como las mareas que suben sin previo aviso,

así la angustia inunda mi alma, sin pedir permiso.

 

La ansiedad opaca mi alma.

Pensar en ella es como una chispa en hojarasca:

un fuego que no se controla fácilmente.

¡Quién me diese cuidarla!

Ciertamente velaría por ella, y la cuidaría como a un frágil vaso de vidrio.

 

¡Pero solo queda expectación!

No conocer su estado es como carcoma a mis huesos.

Como un velero en gran tempestad está mi alma.

¡Quién me diese saber cómo está!

Quisiera cuidarla como a un polluelo en mis manos.

 

Ciertamente, el que la guarda nunca duerme.

Poderoso es el que la protege y la libra de resbalar.

En sus manos está tranquila.

Su bienestar es el mío, y su contentamiento alegra mi ser.

 

¡Ojalá algún día vuelva a verte!

Porque es grata a mi alma tu presencia,

y tu compañía, placentera.

¡Quisiera que estemos juntos!

Como los cisnes: inseparables.

Como las tórtolas, que no se abandonan ni en invierno.

 

Pero su inescrutable decisión

y el inexorable pasar de los días me han desfavorecido.

Quisiera oír tu voz en mis auroras,

porque es dulce como la miel,

y tus abrazos, un refugio fiel.

 

Pero mis días pasan como niebla,

veloces, cual aves rapaces.

Y las lunas voraces me carcomen.

Las madrugadas son largas,

las horas se extienden como sombra sin fin.

 

Quisiera hablarte, escuchar tu voz;

A fe mía, sería como medicina a mis huesos.

Pero, ¿cuándo volverás?

Día y noche te extraño, y el esperarte es como una tormenta en mi corazón.

¡Ojalá cambiaras de parecer!

Pero firme como una roca inmensa es su decisión.

¡Ay, si tan solo hallara gracia en sus ojos!

 

Estás al alcance de mis manos,

pero distante como las estrellas.

Quisiera ser como un hermano;

estar a tu lado en el alba y en el ocaso.

 

Quizá sea mi engañoso corazón, enredándome en sus artimañas,

o el intento de asirme de un pétalo llevado por el viento:

imposible de alcanzar.

 

Confundido estoy;

mis ojos están velados por la incertidumbre.

Quisiera tomarte de la mano

y caminar juntos en este viaje hacia el cielo.

 

Verte desde lejos son como espinas en mi corazón.

Quisiera tenerte cerca y estar en tu corazón;

semejante al agua y al aceite somos.

Estar juntos parece imposible.

 

Como los terremotos sacuden los cimientos de la tierra sin avisar,

son los problemas que nos alejan.

Ojalá pudiéramos controlarlos;

pero es como agarrar al viento.

 

Meditaba con triste semblante, he aquí lo que hallé:

no fuimos creados para estar juntos.

Somos polos opuestos,

como el agua y el aceite se repelen,

aunque se mueren de ganas de estar juntos.

 

Como una llama en oscuridad es esta verdad:

Dios no quiere que andemos por el mismo sendero.

Solo queda aceptar su voluntad sin reprochar.

Con paz en mi corazón voy a soltar.

Quizá algún día vuelva a verte, acontezca o no;

nunca voy a dejar de amarte, amiga mía.

 

Los recuerdos me asaltan sin avisar,

y me llevan, como a un prisionero,

a calabozos de soledad.

¿Qué será de ti?

Necesito que alguien me cuente de tus días.

 

La resignación es oscura y dolorosa.

Estoy solo, como el pájaro solitario en el tejado,

semejante al búho en la noche.

 

Quisiera cuidarte.

Ciertamente, daría mi vida por ti.

¿Por qué no me quieres?

¿Por qué eliges al que no te conviene?

Quisiera que me dieras una oportunidad;

¡Ay, si tan solo la alcanzara!

 

Sin duda, el amor no tiene necesidad de rogar.

Prefiero amar de pie que de rodillas.

Quisiera tenerte cerca.

Por eso me ves hacerme el duro,

para sentirme, por un momento, un poco más seguro.

Me muero de ganas de que seas mía.

¡Quién me diera hallar gracia en tus ojos!

 

¿Acaso no ves cuánto te amo?

¿Por qué te alejas de mí,

como la gacela que huye del león?

¡Cuánto anhelo tenerte a mi lado!

¡Ojalá pudiera tenerte cerca!

¡Cuánto daría por estar contigo!

 

¿Por qué dueles tanto?

Si solo traías tristeza,

nada bueno dabas a mis días.

excepto tu dulce compañía

y el aroma de tus mejillas.

 

De cierto, Dios cuida de ti.

Te protege y te guarda al sentarte y al levantarte.

Cuánto quisiera olvidarte,

no tenerte presente en mi mente,

porque pensarte es una tormenta en mi corazón,

y extrañarte duele más que una herida profunda.

 

¿Por qué te fuiste de mi vida?

Tu voz alegraba mis auroras,

y tus palabras me daban paz en las noches.

Recuerdo cuando fluíamos como un río,

la dulce melodía de tu risa…

y se llena de alegría mi semblante,

pues grata eres a mi alma.

 

Ojalá quisieras estar conmigo.

Verdaderamente, haría lo imposible por ti.

 

¿Por qué no puedo olvidarte?

Quisiera no pensar más en ti.

Me sería mejor no haberte conocido.

¡Ojalá pudiera hacer algo!

 

Por cierto, eres mi ayuda idónea;

quien me preside al Señor.

Cuánto quisiera tomarte de tu mano.

Siempre quise lo mejor para nosotros.

¡Oh, cuántos planes se desmoronaron como un feroz alud!

 

Afanosamente buscaba cómo ser mejor para ti,

pero te marchaste.

Somos dos trenes en vías contrarias,

que solo se cruzan para despedirse.

 

Me niego a ver tu rostro.

En verdad, estás cerca como las palmas de mis manos,

pero distante como la luna.

Semejantes al sol y a la luna somos:

cuando se cruzan con fría indiferencia en el vasto cielo azul.

Verte solo abre las heridas

que creía que, hacía tiempo, habían cerrado.

 

Triste de semblante, consideraba: ¿Me quieres?

¿Acaso esta tristeza es compartida?

Pero cuando la razón me es devuelta,

recapacito en mi corazón:

de cierto, ella me ha olvidado.

Pero cuando nos miramos sabemos que no es verdad.

 

Ala verdad, en mi aflicción no busco reciprocidad,

pues su bienestar es mi anhelo, profundo como el mar.

Semejante al perrillo angustiado por su maltrato está mi ser.

No quiero ser herido devuelta.

 

Ciertamente, volver a verla es como un trago de agua en el desierto

;

Incierto como lo porvenir.

Pero aquella mujer me ha devuelto la razón.

En verdad, no lo podía comprender,

Pero decidieron como lluvia las escamas de mis ojos.

Que estaban velados por el miedo.

 

 

 

 

 

  • Autor: Mateo (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 20 de junio de 2025 a las 16:43
  • Comentario del autor sobre el poema: Este poema lo escribí triste de semblante.\\\\r\\\\nNo soy escritor solo escribo lo que siento
  • Categoría: Triste
  • Lecturas: 2
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