En la hora quebrada,
cuando el sueño se desgrana
entre alarmas, pasos, faroles dormidos,
el bus C2 abre sus puertas,
como un párpado gris sobre la ciudad.
Suben cuerpos, suben sombras,
sube el peso de lo no dicho.
Adentro, el silencio se acomoda
como un pasajero más.
Un niño bosteza historias.
Una señora abraza una fruta
como si ocultara un secreto.
Una pareja se mira sin ojos,
como si el amor tuviera
fecha de salida.
El bus avanza,
como un pez de acero sin memoria,
sin saber por qué nada.
Las manos firmes en las barras
son ramas que resisten
la ráfaga diaria del "otra vez".
Cada parada, un mundo que se abre.
Cada asiento, una vida a medio contar.
Pero nadie pregunta.
Las historias laten
bajo el golpeteo de los neumáticos,
entre zumbidos de anuncios y ausencias.
Más tarde, el bus se desnuda,
liviano, sin urgencias.
Afuera,
una plaza duerme en sombras,
un banco bosteza a los pájaros,
una fuente repite su risa
como un eco sin testigos.
El C2 vuelve a ser lo que siempre fue:
una casa móvil de ausencias,
un corazón mecánico
que sigue latiendo
cuando ya nadie lo nota.
José Antonio Artés
-
Autor:
José Antonio Artés (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 20 de junio de 2025 a las 10:24
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: Raiza N. Jiménez E., Mauro Enrique Lopez Z., Javier Julián Enríquez, EmilianoDR
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.