Después del amor,
queda una casa en ruinas dentro del pecho.
No hay escombros más tristes
que los de un beso que ya nunca volvió.
Amar es un incendio que no pide permiso,
una muerte lenta con forma de abrazo.
Uno se deja caer,
como un fruto maduro,
como un hombre cansado
de sostener su alma entre los dientes.
Ahora que no estás,
el mundo sigue,
pero sin sentido.
Las cosas se mueven,
la gente respira,
las calles existen.
Pero yo no.
Yo soy la sombra
de quien te nombraba a medianoche.
¿Qué es el amor sino el modo más dulce de morirse?
¿Y qué es la muerte sino el amor
que se quedó sin cuerpo donde habitar?
He intentado olvidarte
como se olvida un sueño violento,
pero estás en mi sangre,
como una voz enterrada,
como un poema escrito
con las uñas en el muro del alma.
Si alguna vez regresas,
no toques la puerta.
Empújala.
Derríbala.
Mi corazón aún está en ruinas
pero guarda tu nombre
como un perro guarda el hueso del hambre.
Amor,
si la muerte ha de venir,
que venga con tus ojos.
Si he de terminar,
que sea en el rincón donde tu voz
me llama todavía.
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Autor:
-Josué Guerrero (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 19 de junio de 2025 a las 17:14
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 11
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., Eduardo Rolon
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