- Territorio
Tu cuerpo era un mapa sin leyendas,
y yo —cartógrafo ciego—
trazaba caminos con los dedos
sobre la humedad antigua de tus costillas.
Allí nacía el mundo,
con el sur en tu espalda
y el norte detenido entre tus muslos.
En la hondonada de tu cuello
bebía el silencio de los dioses,
y cada luna que moría en tu omóplato
era una profecía cumplida.
- Ars sacra
Me prosterno ante la cúpula de tu vientre,
santuario donde el tiempo olvida su marcha.
Cada lunar es una reliquia,
cada vello, una oración sin palabras.
Tu piel:
una iglesia de carne consagrada
por los dedos temblorosos del deseo.
Tu ombligo:
pozo donde se bañaban las horas
antes de morir.
- Memoria táctil
Aún despiertan mis manos
con la forma de tu torso.
No hay sábana que no evoque tu curvatura,
ni sombra que no me engañe con tu silueta.
El tacto recuerda lo que el ojo niega.
Las yemas —huérfanas de ti—
se aferran a las cosas del mundo
como si al tocarlo todo
volvieras.
- Cuerpo en fuga
No estás,
pero a veces, al cerrar los ojos,
te desnudas en el aire.
Entonces todo se pliega:
la habitación,
la piel,
el tiempo,
como si el universo entendiera
que tu cuerpo era su centro
y al perderlo, se extravió.
- Última noche
Dormiste como si supieras que sería la última vez.
La espalda tibia,
el hombro abierto como un puerto.
Yo quise decirte que te amaba
pero el amor es un idioma cobarde,
y se me cayó la lengua entre las sábanas.
Te fuiste al alba,
pero el lecho aún guarda
la huella de tu muslo,
como si el deseo pudiera resistir
el amanecer.
JUSTO ALDÚ / Derechos reservados 2025.
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Autor:
JUSTO ALDÚ (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 17 de junio de 2025 a las 00:29
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 2
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez
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