Muy lento, muy suave, delicadamente,
en el santuario propio, indulgentes,
olvidando las penas de la realidad.
Entre plumas, entre algodones,
saca la dulzura que hay en ti,
descansa en el templo.
Templo del placer,
entre aguas del verano,
entre el fuego del invierno.
Desnudos de convencionalismos,
entre las nubes, entre los caminos.
Floreciendo en el templo interior,
en reflejos, a semejanza,
descansando.
Avive el alma,
ensoñaciones,
alma que duerme.
Momentos en la vida,
espacio interior secreto.
amándonos, cuidándonos
En nosotros, para cuidarnos,
celebremos nuestra existencia.
Mientras el cuerpo es mimado,
caricias para nosotros.
Sumergidos,
Flotando,
nadando,
Embriagados,
del dulce perfume,
olores mágicos de oro.
Oro en nuestro interior.
Néctar para derramarnos,
en todo un toque de distinción.
Poemas preciosos para suavizar la vida,
instantes para dejarnos arrastrar por los placeres.
En el templo del placer,
ese cuerpo que es nuestro,
piel para resplandecer.
Extravagantes,
deliciosamente,
acompañados,
o en soledad,
Ensalzando la vida,
brillando en la noche,
resplandeciendo en el día.
En el templo del placer nuestro,
creando momentos, instantes, segundos,
del placer de dedicarnos nuestro tiempo,
de mimar la vida con regalos inesperados,
suavemente caricias por dentro y por fuera.
Momentos de vida para cuidarnos un poco,
para darnos cariño, para regalarnos caprichos.
Condensando lo bueno en regalos apetecibles,
dando lugar a crear la dicha por dentro y fuera.
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Autor:
Carlos Alberto Bustillos (
Offline)
- Publicado: 16 de junio de 2025 a las 05:15
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., pasaba
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