PARA MI PADRE
Gracias por las respuestas
que vinieron sin juicio,
por el refugio tuyo
cuando el mundo era invierno.
Tus manos —a veces firmes,
a veces pan caliente—
guardaron en mi pecho
la humanidad que late.
Tus regaños, tu escudo;
tus horas, filosofía
contra el ruido vacío,
contra la vida fría.
Hoy, aunque el calendario
marque un día prestado,
yo rompo sus etiquetas:
mi gratitud es eterna.
Perdón por mis derrotes,
por los golpes al viento...
Pero aquí sigo, padre,
aprendiendo a ser bueno.
Y sé que no merezco
tu paciencia de trigo,
tu amor que no se agota,
tu nombre en mis labios.
Gracias por ser mi orgullo,
mi pilar, mi luz y mi paz.
Tú, que en mi alma hiciste hogar,
recibe en cada plegaria mi bondad.
— LMML.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.