No importa dónde señale que duele,
ni cuántas veces grite al desangrarme.
No importa el gesto, el temblor, el quejido,
si el alma sangra donde nadie sabe.
No importa nada —ni el ruego, ni el llanto—
cuando pido anestesia y me ofrecen silencio.
No hay aguja que apague este fuego,
ni consuelo que cambie el final de este verso.
Porque hay dolores que no buscan cura,
solo testigos que no cierren los ojos.
Y a veces gritar no es pedir auxilio,
es solo querer que escuchen un poco.
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Autor:
Daira Rodríguez (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 13 de junio de 2025 a las 01:23
- Categoría: Triste
- Lecturas: 0
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