Erótica mística

"Muero porque no muero"
Sta. Teresa de Jesús.
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¡Heme aquí, esposo mío!
Todo lo que soy lo abandono frente a ti.
El mundo no me es suficiente, 
me encarcela y muero sin morir.

Prisionero eres de mi corazón,
no quiero dejarte ir.
Cierro mis ojos y mi alma te anhela,
dejo de respirar y por instantes,
siento que todo vuela.

El calor se apodera de mi cuerpo,
poco a poco me elevo hacia a ti.
Quiero fundirme en tu luz,
necesito purificarme en tu amor.

Y no me bastan mis palabras para alabarte,
tan solo mi mente y mi deseo de adorarte.
Es como si le hablaras a mi alma y ella respondiera,
tómame de aquí y llévame a tu presencia.

Día a día te adoro, dulce esposo mío,
día a día te añoro, aunque te vea en la custodia.
Día a día, a través del velo, te sonrío,
mas la cárcel corpórea es una agonía.

Abrázame con tu calor, Señor;
solo soy un pobre ser que decidiste crear.
¡Gracias te doy por mi libertad;
con voluntad te he decidido amar!

Te amo, te adoro, te bendigo y deseo estar contigo.
Mi suplicio es no estar a tu lado.
Manda, si es tu voluntad, querubines por mi alma,
y deja que descanse y pernocte en tu calma.

¡Esposo mío, mira la miseria de mi existencia!
Llévame en el galeón que surca los mares astríficos hasta la luz del Empíreo.
Que mi vaso se desborde de alegría; procuré ser virtuosa para nunca dejar de adorarte.
Portento e inefable es mi Demiurgo;
el poder y la gloria al Amor de amores;
candela que funde cualquier metal; manantial que purifica el cristal.

Los eones son en ti nada, el poder para ti es como respirar;
creas sin ninguna dificultad, y de tu magnánimo misterio nos haces participar.
Sirios y velas perpetuas en letanías que te adoren es lo que quiero, mi Dios,
no puedo contener esta alegría que brota de mi alma en contra de mi voluntad;
es como si quisiera explotar de amor y mi ser me aprisionara;
óyeme, Amor mío, y llévame ya hasta tu morada.

Atentamente, tu eterna enamorada.