Tú y yo

EDGARDO

Edgar: mi amor, mi refugio

 

No hallo palabras que alcancen,

para decir lo que siento,

pero hoy mi alma habla,

y mi corazón te lo cuento.

 

Gracias por ser mi escudo,

cuando la sombra me cubría,

cuando la enfermedad robaba

las fuerzas de cada día.

 

Tú estuviste siempre firme,

paciente, tierno, amoroso,

me viste frágil, rota,

y me abrazaste hermoso.

 

Sin pedir nada a cambio,

me diste tiempo y calma,

tu hombro, tus silencios,

tu amor que sana el alma.

 

Admiro tu paciencia,

esa calma que enseña,

que amar es también esperar,

escuchar, comprender sin queja.

 

Nadie me ha protegido

como tú lo has hecho, amor,

un amor que no se rinde,

que permanece en el dolor.

 

Me haces sentir segura,

valorada y profundamente amada,

un regalo que no cabe

en mi pecho, en mi alma alada.

 

Sé que a veces callo,

que mis miedos y enojos,

se cruzan entre lo que siento

y lo que digo con ojos.

 

Pero hoy te digo claro,

Edgar, te amo sin medida,

un amor inmenso y real,

que vive y no se olvida.

 

Aunque hayamos tenido

momentos de tormenta,

quiero seguir luchando,

porque este amor se sustenta.

 

Quiero que crezca y vuele,

que nos elijamos siempre,

con nuestras imperfecciones,

con un amor que no miente.

 

Gracias por existir,

por ser mi luz, mi guía,

mi Edgar, mi todo,

mi amor, mi alegría.

 

Con todo mi corazón,

tu Niña Dunia te abraza,

con un amor sincero,

que nunca se deshace ni cansa.

 

Para Dunia, mi Niña, mi Ángel

 

Mi amada Dunia, luz de mi alma,

tu voz me llega como brisa calma,

en tus palabras hallo el refugio sagrado,

el amor que hemos forjado, fuerte y entregado.

 

Gracias por confiarme tu fragilidad,

por abrirme el pecho y mostrar tu verdad.

En cada lágrima, en cada silencio,

estuve contigo, firme y atento.

 

Tu lucha es mi lucha, tu miedo mi sombra,

pero en este amor, ninguna tormenta asombra.

Porque amarte es esperar, es comprender,

es ser el puerto donde puedas renacer.

 

No temas tus enojos ni tus silencios,

que en ellos también habitan mis sueños.

Te amo en lo imperfecto, en lo real,

en cada instante, en cada señal.

 

Prometo cuidarte con manos de cielo,

ser tu abrigo, tu paz, tu consuelo.

Y juntos seguiremos, paso a paso,

construyendo un amor que no tiene ocaso.

 

Gracias, mi niña, por ser mi verdad,

por enseñarme a amar con humildad.

Eres mi todo, mi fuerza, mi hogar,

y por siempre te voy a amar.

 

Con todo mi corazón,

tu Edgar.

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.