ENSAYO SOBRE LA ILUSION QUE SE SIENTA A MI MESA

Javier.

Debe haber un error en el guion,
porque entrás como si esta escena fuera tuya desde siempre.
La silla, esa cómplice de madera, se ajusta a tu cuerpo
como si esperara tu forma desde antes de ser mueble.

No decimos nada importante.
Pero los cubiertos tiemblan un poco,
como si supieran que el lenguaje verdadero
no pasa por los verbos, sino por cómo mirás el pan.

Una miga se suicida al borde del mantel
y vos la rescatás sin saberlo,
fundando, sin querer,
una nueva geografía donde el azar se siente a salvo.

El aire, ese aprendiz de vos,
intenta copiarte la cadencia,
y yo lo dejo hacer, porque es inútil corregir lo inexacto
cuando lo perfecto es que no seas fórmula.

Decís algo que no escucho bien
y no importa:
mi oído prefiere el eco que deja tu boca
cuando termina de estar.

Ya estamos jugando.
No a ser amigos, ni amantes, ni nada que tenga nombre.
Jugamos a doblar las servilletas como mapas,
a perder el norte en el ángulo exacto de tu sonrisa,
a que la luz rebote en el vidrio
y te dibuje otra vez, pero distinta.

Después, tal vez te vas.
No decís adiós, te desvaneces 
como se deshacen los sueños:
dejando preguntas abiertas,
sillas tibias,
y migas que nadie barre.

Pero queda el leve desorden de tu paso,
esa alteración imperceptible en la mesa
que hace que todo se parezca un poco más
a lo que uno realmente desea.

Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.