Sus labios, amapolas encendidas,
Mientras otras flores cubrían su ser.
¿Quién bellos ropajes podría coser
Para vestir esas carnes hendidas?
Ante las cuales caían, rendidas,
Almas de varios hombres por conocer,
Consternadas, hasta llegar a toser,
Pues a ella quedaban tan prendidas.
Como los navíos al gran piélago,
Que, lejos del sombrío murciélago,
Bogarían en busca de tersa piel.
Más ya, entre disimulos, observa
Lo que produce en amplia caterva,
Implorante de un poco de su miel.
Ryan Pires ___✍🏽©
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Autor:
Ryan Pires (
Offline)
- Publicado: 9 de junio de 2025 a las 19:12
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 18
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Mauro Enrique Lopez Z., Gibraltar, ElidethAbreu
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