Fue tanto mi amor por ella que la tuve que perdonar,
por su risa breve, que en mi pecho aún resuena,
por su andar de ola, que nunca dejo de volver,
por los silencios que llenaban mis noches.
La tuve que perdonar porque la quise tanto,
como se quiere lo que no se toca,
como se añora lo que nunca se pierde,
como se busca lo que nunca se encuentra.
Era su voz un eco en mi soledad.
Sus palabras, yovizna en mi desierto.
Y aún en la distancia,
su ausencia dolía menos que olvidarla.
La tuve que perdonar porque el amor me venció,
porque no era ella quien caía,
sino era yo quien se alzaba en su caida,
aferrado al recuerdo de lo que fuimos,
a los versos que nunca le escribiré.
Hoy la luna me mira con su luz de testigo,
y sabe que en mi pecho no cabe el rencor.
Porque la amé tanto que no supe odiar.
Por qué la ame tanto que la tuve que perdonar.
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Autor:
F.Espinoza (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 8 de junio de 2025 a las 18:05
- Categoría: Triste
- Lecturas: 8
- Usuarios favoritos de este poema: pasaba, Mauro Enrique Lopez Z.
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