Una mano a la distancia

Alguien que me escuche y me estreche su mano, alguien qué cante con mi lamento y baile al son contemplando el firmamento.

Estoy pérdida y he estado aquí sola navegando con el objetivo de encontrar algo, encontrarme, encontrarte, cautivarte, controlarme.

En algún punto dejé de buscar la cura o la causa de mi desventura, dejé de buscar y de sacudir mis manos en busca de ayuda y pareciera que la vida entendiera qué yo estaba cediendo a la duda.

Logré darle la vuelta a la batalla y de frente poder enfrentarla, no estoy peleando ni quiero pelear, ni contigo, ni conmigo, ni con ambas porqué sabemos que tú eres yo y qué inevitablemente yo soy tú.

Y si tú gustas podríamos perdernos un tiempo en el ambigú, yo te quiero, te anhelo pero ante todo te respeto, y lo único que podría no respetar de tí es qué no me dejes huir infraganti cuándo erróneamente gustas entrar en una pelea en la qué no importa quién pierda, perderemos.

Si extiendes tu mano, podrías salvarme e inevitablemente te salvaré, desearía prometer que en ese momento todo estará bien pero no es mi intención llenar tus expectativas de pura imaginación.

No estarás bien, al menos no de inmediato, no lo estarás porque entonces no tendría sentido tanto naufragio.

Y sí no estás totalmente bien es momento de qué enfrentes a nuestro verdadero ser, no somos almas optimistas pero tampoco habitamos en el pesimismo absoluto.

Si no estás bien quizá es momento de qué aceptes que también es válido y aceptable no siempre estarlo, una vez comprendido esto ahora sí te podría prometer, es más te juro, vamos a estar bien.