SIN DIRECCIÓN

Irmaelvira Tamez

Dibujé ríos en la palma de la mano,

fundida en ellos me vislumbré como una calle larga:

litoral del mar, confundida con la playa

mezcla de sal y ceniza, bahía de asfalto,

explorada en la oscuridad.

Asesinamos las horas noctámbulas refugiados en un diván;

desbordamos la aurora de perfumes,

avalancha de fuego y frenesí.

Calle perforada por silencios de las horas errabundas

con sonámbulas caricias.

Vertiginoso oleaje que se rompía con el golpe constante,

tierra adentro, ilícito placer de navegar.

Velamen sobre la mancha azul

que propiciaba vía libre a nuestras aguas

y dio palabras justas al silencio

para llamar al torrente de tus venas.

Luminiscente como estrella fugaz

recorriste mis adentros en corceles febriles;

y yo, acariciando tu espalda,

domesticaba tu soledad convaleciente,

hasta que los ríos se secaron

y tu navío pudo naufragar en mí.

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