En su atención

Alberto Escobar

 

 

En atención a Góngora
y su magia, ella, Nazaret,
en clase, primaria, rudimentos,
fragmentos impepinables
sea cual fuere la educación
primaria de la que se trate. 
Primera hora del planin, Martes,
nueve de la mañana, resuena
en la celosía palabras nacidas
del estro del insigne cordobés,
paridor de términos —como a mí,
sin su feliz suceso, me tira—, y ella,
adánica en estos pinitos tal que
en otros muchos a su edad, se deshace,
se derrite de gusto por dentro, siente
como agua que cruza la piel cada voz,
vocablo, manera de combinar uno
y otro hasta sintetizar una suerte
de abracadabra inesperable. 
Martes, primera hora, colegio público
rodeado por fuera de sus muros 
de un agreste paisaje, y un verano
que nace y anuncia juegos en libertad, 
y seguía leyendo, y se engolfó de tal guisa
en la historia que salía del libro de texto
que hasta se imaginaba ser Olivia, igual
que ella estudiante de primaria, junto a
unas compañeras de pupitre, niñas en flor
que, aprovechando la pasada primavera,
han tenido a bien abrir sus pétalos al polen
ambiente, y cuenta como sus pechos albos,
núbiles, pubescentes, apuntándose túrgidos,
despiertan la vida seminal de alrededor...
En atención a Góngora, y tras él Garcilaso,
Ruiz Zorrilla y tantos otros; la profesora
detiene la tenaz lectura de ella, casi tiene
que levantarse a su pupitre por que Nazaret,
tan ensimismada como ausente, seguía, seguía,
abstracta de un mundo que poco o nada
le importaba salvo si sentía hambre...
Todo esto solo por él, uno de mis referentes
inevitables, cordobés —o más bien debería
decir cordubés— e indeleble a más no poder. 

Ver métrica de este poema
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos


Comentarios +

Comentarios2

  • Carlos Eduardo

    Mientras por competir con tu cabello,
    oro bruñido, el sol relumbra en vano
    mientras con menosprecio en medio el llano
    mira tu blanca frente el lilio bello;

    mientras a cada labio, por cogello,
    siguen más ojos que al clavel temprano,
    y mientras triunfa con desdén lozano
    del luciente cristal tu gentil cuello;

    goza cuello, cabello, labio y frente,
    antes que lo que fue en tu edad dorada
    oro, lirio, clavel, cristal luciente,

    no sólo en plata o víola troncada
    se vuelva, mas tú y ello, juntamente,
    en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

    Un abrazo poeta

    • Alberto Escobar

      Ahí es nadaaa. Otro para ti, partner.

    • EmilianoDR

      Viven hoy Góngora y Garcilaso en tus letras poeta .
      Gracias por compartirlas.
      Saludos.

      • Alberto Escobar

        He bebido en ellas como tantos otros, cuando el colegio, que es cuando se fijan las inclinaciones. Otros para ti.



      Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.