Bajo el incesante abanico que rueda y rueda
veo al japonés apagar su lámpara blanca
signo de advertencia de irse a la cama.
Con mi vestido rojo de escote ajustado
salgo al encuentro de sábanas blancas.
Unos labios bien marcados buscan los míos
y se apertura un acto penetrante;
de ojos encendidos y bocas relucientes
de lenguas serpientes
de manos ardientes
convertidos en donantes de sangre.
Un corazón se apaga y una luz se enciende
Es momento de abrir corriente
a la cúpula del Sékkusu
al delirio de la embriaguez
carnal y banal
poseer sin poseer.
Retorcidos aguantamos angustias
en el vaivén por la época seca.
El japonés inclina la cabeza
hace un saludo magistral
probando sediento
la sustancia prodigio
de la hermosa flor hirviente.
En el vértigo de cabellos esparcidos
por las sábanas agónicas
habitaciones separadas, número 103
¡hijos desterrados de la noche!
Nos parimos en el aroma sazonado
de manos que se buscan a poca luz
de llanto abrumado
detectados por la respiración lenta sin cesar.
Sintiendo éste un mundo verdadero
un momento solitario, tan solo nuestro
perdidos en gemidos que viven solo pocos.
Repitiendo el acto como dos religiosos.
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Autor:
MaJo Irigoyen (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 2 de junio de 2025 a las 10:02
- Comentario del autor sobre el poema: Un poema que escribí estando en Costa Rica. Julio de 2023
- Categoría: Erótico
- Lecturas: 10
- Usuarios favoritos de este poema: ANGHELUZ., Poesía Herética, Mauro Enrique Lopez Z.
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