Mi jardín

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En el vídeo el poema musicalizado
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Mi jardín
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Verso libre
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Mi jardín, es un jardín 
donde el sol se desplaza con pereza,
donde florecen las rosas 
al susurrar la mañana...
y sus pétalos relucen 
en un baile de luces y sombras,
con un abrazo de ternura 
en el aire tibio de mis desvelos.
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Ellas son la elegancia 
de un amor que se despliega,
son la promesa de un cariño 
que, aunque frágil, no se quiebra.
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Cada rosa me cuenta una historia 
de anhelos, de miradas furtivas, 
de sonrisas compartidas, 
de corazones que laten al compás
de la banda sonora que ameniza mi vida.
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Pero entre la belleza, 
surgen las espinas, 
con su fuerza indómita 
y su esencia que revela
un espíritu rebelde. 
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Punzantes y vivas, 
desafían la suavidad de las rosas,
recordándome que el amor 
no es solo paz y dulzura...
sino también punzantes espinas 
que a veces me hacen sentir, 
que sigo viva,
.
Cada roce con la espina 
es un recordatorio 
del deseo y la pasión, 
del ardor que me consume 
con llanto en el corazón.

En mi jardín de contrastes, 
florece un amor sin reservas...
.
Las rosas me susurran palabras de ternura, 
mientras las espinas me enseñan a ser fuerte, 
a abrazar la dualidad de mi yo
entre las cuatro paredes
del manicomio de la existencia...
.
En la unión de estos dos mundos,
encuentro el motivo que alimenta mi alma: 
amar con valentía, sin miedo a los rasguños, 
sin renunciar a la belleza que me rodea,
sin renunciar al impulso que me guía.
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Así, celebro cada encuentro 
entre mis rosas y sus espinas;
con un amor que se nutre 
de la fragilidad y la fortaleza...
Que se enfunda en lo complejo de la realidad, 
donde la dulzura y la picazón se entrelazan,
regalando vida a las emociones 
que arden... en las copas de mis pechos.
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En mi jardín personal,
la rosa es el amor que florece con el día
y la espina es la pasión
que desafía en la noche,
a la triste realidad...
---
Es como esa danza que florece 
entre la luz y la sombra
que nos ofrece la vida...
a través... del verbo amar.....
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Arreglo para canción
Mi jardín
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(intro femalevoice,)
Mi jardín, es un jardín 
donde el sol se desplaza con pereza,
donde florecen las rosas 
al susurrar la mañana...
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y sus pétalos relucen 
en un baile de luces y sombras,
con un abrazo de ternura 
en el aire tibio de mis desvelos.
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(verso1)
Ellas son la elegancia 
de un amor que se despliega,
son la promesa de un cariño 
que, aunque frágil, no se quiebra.
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Cada rosa me cuenta una historia 
de anhelos, de miradas furtivas, 
de sonrisas compartidas, 
de corazones que laten al compás
de la banda sonora que ameniza mi vida.
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(estribillofemalevoice,)
En mi jardín personal,
la rosa es el amor que florece con el día
y la espina es la pasión
que desafía en la noche,
a la triste realidad...
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Es como esa danza que florece 
entre la luz y la sombra
que nos ofrece la vida...
a través... del verbo amar.....
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(verso2)
Pero entre la belleza, 
surgen las espinas, 
con su fuerza indómita 
y su esencia que revela
un espíritu rebelde. 
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Punzantes y vivas, 
desafían la suavidad de las rosas,
recordándome que el amor 
no es solo paz y dulzura...
---
sino también punzantes espinas 
que a veces me hacen sentir, 
que sigo viva,
---
(estribillofemalevoice,)
En mi jardín personal,
la rosa es el amor que florece con el día
y la espina es la pasión
que desafía en la noche,
a la triste realidad...
---
Es como esa danza que florece 
entre la luz y la sombra
que nos ofrece la vida...
a través... del verbo amar.....
---
(verso3)
Cada roce con la espina 
es un recordatorio 
del deseo y la pasión, 
del ardor que me consume 
con llanto en el corazón.
---
En mi jardín de contrastes, 
florece un amor sin reservas...
---
(spoken)
Las rosas me susurran palabras de ternura, 
mientras las espinas me enseñan a ser fuerte, 
a abrazar la dualidad de mi yo
entre las cuatro paredes
del manicomio de la existencia...
---
En la unión de estos dos mundos,
encuentro el motivo que alimenta mi alma: 
amar con valentía, sin miedo a los rasguños, 
sin renunciar a la belleza que me rodea,
sin renunciar al impulso que me guía.
---
(outro)
Así, celebro cada encuentro 
entre mis rosas y sus espinas;
con un amor que se nutre 
de la fragilidad y la fortaleza...
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que se enfunda en lo complejo de la realidad, 
donde la dulzura y la picazón se entrelazan,
regalando vida a las emociones 
que arden... en las copas de mis pechos.
---
(estribillofemalevoice,)
En mi jardín personal,
la rosa es el amor que florece con el día
y la espina es la pasión
que desafía en la noche,
a la triste realidad...
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Es como esa danza que florece 
entre la luz y la sombra
que nos ofrece la vida...
a través... del verbo amar.....
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Poema de Mercedes Bou Ibáñez
musicalizado por Suno IA
Vídeo hecho con ayuda de Canva y MovieMaker
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En el Jardín de Contrastes: 
Prosa poética sobre la Dualidad del Amor
basada en el poema publicado.
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En mi jardín, un oasis de exuberancia, el astro rey se desplaza con languidez, todo en un vaivén que reverbera la calma de las horas matutinas, donde las rosas, cual epifanía silvestre, despliegan sus relieves en un susurro que evoca la aurora. 
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Estos pétalos, resplandecientes, se entregan a una danza cuidada entre luces y sombras, fundiendo, en su abrazo, la dulzura de los recuerdos y el aliento silente de mis desvelos.
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Las flores de la Rosaleda se convierten, entonces, en el emblema de una elegancia inherente al amor que se desdobla, una promesa que, a pesar de su fragilidad, nunca niega su consistencia. 
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Cada rosa se erige testamentaria de historias pasadas, relatos de anhelos ocultos, miradas furtivas que se cruzan en la penumbra, sonrisas que germinan en la comunión de dos almas, pulsando en un ritmo unitario que conforma la sinfonía de mi existencia.
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Sin embargo, al abrigo de tal belleza, emergen las espinas, con su fuerza indómita y su esencia recalcitrante. Estas, certeras y vivas, desafían la suavidad que emana de las flores, recordándome que la esencia del amor no se circunscribe únicamente a la dulzura y la serenidad, sino que se enriquece en el reconocimiento de su naturaleza ambivalente. 
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Las espinas se convierten en ocasiones lazo y herida, recordándome la intensidad del deseo y la pasión que me consume, susurros de ardor que reverberan, hiriendo con un llanto taciturno el corazón.
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En esta parcela de contrastes, se hace evidente un amor pleno, desprovisto de reservas. Las rosas murmurantes me ofrecen palabras impregnadas de ternura, mientras que las espinas, en su ímpetu indómito, me exhortan a cultivar la fortaleza necesaria para abrazar la dualidad de mi existencia. 
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En la confluencia de estos dos reinos, descubro la razón que alimenta mi ser: amar con un ímpetu valiente, desprovisto de temor ante los rasguños, sin renunciar a la belleza que despliego en mi entorno, sin desestimar el ímpetu vital que guía mis pasos.
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Así es como celebro cada conjunción entre mis rosas y sus espinas; un amor que se nutre de la fragilidad y la resiliencia, cuyas trayectorias se entrelazan en la complejidad de lo tangible, donde la dulzura y la picazón se amalgaman, dando vida a las emociones que arden febrilmente en la esencia de mi ser.
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Porque, en última instancia, en este jardín de mi propia creación, el amor es la rosa que, al despuntar el alba, se abre a la luz, y la espina, es la pasión que desafía la penumbra nocturna; una danza eterna que, en el vaivén de la luz y la sombra, me promete el amor en su forma más pura.
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Mercedes Bou Ibáñez