Océano

He querido navegar el tiempo como una roca sobre las olas,
y como es de suponer el tiempo me ha dejado atrás,
las olas han sido más rápidas que mi deseo de llegar lejos
y navegar ha sido para mí solo dar tumbos en la playa.
Tendría que haber sido almeja, espuma, alga, gota de mar,
tendría que haberme puesto alas de pez o escamas de gaviota,
para volar lejos o para dejarme llevar por las corrientes frías.
Pero aún así, no podría perder de vista el color de la playa ,
el ruido de las olas y la calma de las aguas que duermen plácidas
antes de ir a morir sobre la arena, en un inacabable final.
Jamás podría salir, si en el nombre llevo bordado el encierro.
Para navegar el océano tengo que sumergirme en el tiempo,
que no conoce de temores ni de ausencias que agotan el día,
para navegar tengo que hacer que las cosas ocurran, cuando
una lluvia de circunstancias hace que nada deje de ocurrir, y
aunque el mañana es travesía segura para el que conoce los límites
y un aventura lejana para el que se rodea de azar e incertidumbre.
Ir más allá, para rodearse de uno mismo, es ponerse la piel del océano.
Ser uno y ser ninguno, siendo al mismo tiempo todos a la vez.