No era ella sino su efigie
De nacarada piel, ojos grandes,
Cabellos al aire bordeando, adornando
Aquella esbelta sugerencia de fija
Y penetrante mirada, su talle potente hasta
La desviación de sus piernas, los pies descalzos;
Mis sentidos alarmados, ateridos
Por el deslumbrante reflejo de sus
Besos, de sus caricias, de sus convulsas
Reacciones que me enamoraban sin seducción.
Poco a poco se iba transformando
En cada relación amorosa que compartíamos,
En cada instante en que coincidíamos,
En sus parcas palabras de amor,
En la frialdad de su cuerpo sobre el mío,
En la extraña conversación que,
En las últimas semanas no éramos
Capaces de mantener. Se volatilizaba.
A eso de la media noche, las sábanas
Sin apenas huellas de su presencia,
La ventana abierta de par en par.
La luz de la luna, penetraba la habitación
Proyectando un halo, una imagen perversa,
Irreconocible. Pero era ella
¡Desde la última luna, la imagen de la efigie, sonreía!
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Autor:
Leoness (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 1 de junio de 2025 a las 16:03
- Categoría: Amor
- Lecturas: 6
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z., EmilianoDR
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