Se transformaba

Leoness

No era ella sino su efigie

De nacarada piel, ojos grandes,

Cabellos al aire bordeando, adornando

Aquella esbelta sugerencia de fija

Y penetrante mirada, su talle potente hasta

La desviación de sus piernas, los pies descalzos;

Mis sentidos alarmados, ateridos

Por el deslumbrante reflejo de sus

Besos, de sus caricias, de sus convulsas

Reacciones que me enamoraban sin seducción.

Poco a poco se iba transformando

En cada relación amorosa que compartíamos,

En cada instante en que coincidíamos,

En sus parcas palabras de amor,

En la frialdad de su cuerpo sobre el mío,

En la extraña conversación que,

En las últimas semanas no éramos

Capaces de mantener. Se volatilizaba.

A eso de la media noche, las sábanas

Sin apenas huellas de su presencia,

La ventana abierta de par en par.

La luz de la luna, penetraba la habitación

Proyectando un halo, una imagen perversa,

Irreconocible. Pero era ella

 

¡Desde la última luna, la imagen de la efigie, sonreía!

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