Hubo un día en que no supe quién era.
Me miré al espejo
y solo vi preguntas sin respuesta.
Mis pasos no dejaban huella,
mi voz no salía del pecho.
Me perdí buscando afuera
lo que siempre estuvo adentro.
Me arrodillé ante falsos tronos,
pidiendo amor
a quienes no sabían amar.
Pero el alma…
esa llama que nunca se apaga,
me susurró en medio del silencio:
—No huyas de ti, ahí comienza el camino.
Y entonces lloré.
Lloré como se llora
cuando se rompe el cascarón de la sombra,
cuando se abren los ojos del alma
y se ve por primera vez.
No fue fácil,
porque renacer
es también morir un poco.
Tuve que enterrar versiones de mí
que ya no merecían existir.
Y cuando creí que no podía más…
brotó la luz desde dentro.
No vino de un cielo externo,
ni de labios ajenos,
sino de mi herida transformada en flor.
Hoy no soy el que era.
No soy tampoco el que soñé.
Soy mucho más:
soy quien renació de sí mismo,
quien abrazó su verdad desnuda
y caminó hacia la vida
con el alma encendida.
-
Autor:
Daniii (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 1 de junio de 2025 a las 10:07
- Categoría: Espiritual
- Lecturas: 20
- Usuarios favoritos de este poema: Soponcio, pasaba, Mauro Enrique Lopez Z., Emilia🦋, Poesía Herética
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.