El Aroma De Lo Prohibido…

El Aroma De Lo Prohibido

Hubo un instante, suspendido entre la noche y el temblor de mi pecho, en que tu cuerpo y el mío se encontraron como si hubieran estado buscándose desde siempre. No hubo palabras, no las necesitábamos. Bastó con la urgencia de tus labios en mi cuello, el leve sonido de tu respiración sobre mi piel, el fuego que se encendía con solo rozarnos. Era como si el mundo se hubiese apagado, y solo quedara el eco de nuestros deseos resonando en la penumbra.

Tu piel olía a misterio, a algo sagrado que no debía tocarse, pero que ya era mío desde el momento en que te desnudaste frente a mí, sin miedo, sin máscaras. Cada caricia era un paso más allá del límite, cada gemido un conjuro que nos alejaba del mundo real. Era imposible no rendirse ante esa mezcla de ternura y pecado, como si el amor tuviera aroma, y fuera el tuyo el que se me quedó impregnado en el alma.

Hicimos el amor como se ama cuando se sabe que el tiempo es enemigo, con la desesperación de dos cuerpos que quieren fundirse para no separarse nunca. Tus manos, tus ojos, tus caderas, todo en ti hablaba un idioma que yo comprendía con el corazón, con la piel, con cada suspiro. No fue solo placer, fue una redención en lo prohibido, una manera de decirnos que nos pertenecemos incluso si no podemos tenernos todos los días.

Desde entonces, cada vez que cierro los ojos, vuelvo a ti. A esa noche en la que el amor se disfrazó de pecado, y el pecado se volvió belleza. Y aún hoy, cuando la soledad me alcanza, juro que puedo olerte, que tu aroma me envuelve como un recuerdo que no quiere morir. Porque te amo, incluso en lo prohibido. Porque amarte fue la cosa más hermosa que hice sin permiso.