El Norte envió rayos de luz
a unos ojos que no abren,
a unos corazones que no perciben,
a unos seres que no luchan.
En los escaños de la multitud
voté por ti,
dulce y pequeña ambición sana.
Te fuiste en el crucero de la vida.
Te cubriste con remiendos
y algunas tiras,
para sanar lo que, según tú,
llamabas herida.
Regresa.
No te hundas en el abismo de mi olvido.
No agonices en el Seol de mis pensamientos,
agria y grande ambición insana.
En las cafeterías vacías
me parece percibir tu dulce aura.
En los trenes colapsados
me parece reconocer tus ojos encendidos,
reflejados entre tantos ojos
que yacen consumidos.
Regresa
a los lazos de nuestras memorias.
¿Quién sabe si estoy predestinado
a este remordimiento?
¿Quién conoce si soy el obstáculo
de este movimiento,
aquello que llamamos plenitud?
Decidí dejarme pastorear
por el Norte.
No lo niego,
muchas veces dudé de manera noble.
No sabía qué dirección escoger:
si Este,
o Este...
Pero he terminado
SURcando
por los molinos silvestres
hasta encontrarte.
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Autor:
David J Burgos (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 30 de mayo de 2025 a las 15:10
- Comentario del autor sobre el poema: De libre interpretación y de sentimiento preso.
- Categoría: Sin clasificar
- Lecturas: 15
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
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