No todo lo que brilla alumbra,
ni toda voz que reza es fe,
hay almas hechas de sombra
que visten trajes de bien.
El mundo te ofrece espejos
que deforman lo que sos,
y manos que juran abrigo
te empujan lejos de Dios.
Aprendí, tarde y sangrando,
que el veneno no siempre arde,
que hay abrazos que son pactos
y amistades que son cárceles.
¿De quién te confías, caminante,
cuando hasta el tiempo traiciona?
Cuando quien dice ser constante
es quien primero abandona.
La traición no avisa su entrada,
no lleva capa ni rostro cruel,
es a veces una mirada
que se disfraza de miel.
Hay verdades que se fingen,
hay mentiras que se lloran,
y hay gente que se te extingue
cuando más su luz imploras.
Confiar es desnudar el alma,
es entregarle al otro el pecho,
y en un mundo sin mucha calma
eso… a veces es despecho.
No toda traición se grita,
ni toda herida sangra,
hay silencios que te quitan
lo que más el alma abraza.
Por eso, si vas a confiar,
que sea en quien te escucha en tu ruina,
no en quien sólo sabe aplaudir
cuando tu cumbre ilumina.
Confía en quien te nombre en secreto,
en quien no necesita testigos,
en quien se queda callado contigo
cuando todo lo demás es ruido.
Y si has de caer —que caerás—
caé sabiendo esta verdad:
más vale solo con la verdad
que envenenado por falsedad.
-
Autor:
Daniii (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 29 de mayo de 2025 a las 11:39
- Comentario del autor sobre el poema: Escribí este poema pensando en lo difícil que es saber en quién confiar. A veces te fallan los que más querías, y otras veces aparece alguien real en el silencio. No es un poema de odio, sino de aprendizaje. Porque confiar no es dar todo… es saber a quién dárselo. Y a veces, el alma también aprende perdiendo.
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Poesía Herética
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.