Te conocí en un suspiro de la vida,
cuando el tiempo parecía prometer eternidad.
Me llamaste amorina,
y yo, tan sedienta de ternura,
bebí tus palabras como si fueran verdad.
Un día, un solo encuentro bastó,
para encender fuegos que ni el viento pudo apagar.
No volví a verte, pero estabas…
en mi risa, en mis días,
en los amaneceres que aprendí a esperar.
Me acariciabas con el alma,
desnudando mi piel con tu voz,
me hacías el amor a la distancia
como solo un hombre que sabe amar sin tocar.
Nuestra química,
esa chispa que no sabe mentir,
explosiva, indomable,
me elevó sin miedo, sin fin.
Pero hoy…
tu voz se hizo ausencia,
tus canciones se apagaron en mi pecho,
y el amorina que me hacía volar
fue reemplazado por un amiga veneno,
como si amar de más fuera un defecto.
Dices que no quieres compartir tu proceso,
pero fuiste tú quien me mostró
el jardín donde mis ilusiones crecieron.
Ahora me siento flor cortada,
deseada por instantes,
desechada sin razón.
¿Fue mentira el cuento de hadas?
¿O verdad que asustó tu corazón?
No lo sé…
solo sé que te extraño,
que el eco de tu risa todavía duerme en mi almohada,
y que aún siento tus abrazos
donde nadie más ha llegado.
No te guardo rencor,
pero sí me quedo con el dolor.
Fuiste fuego, fuiste viento…
y yo, amorina,
me quedé en el intento.
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Autor:
La Morena Poeta (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 28 de mayo de 2025 a las 16:56
- Categoría: Triste
- Lecturas: 5
- Usuarios favoritos de este poema: alicia perez hernandez, Poesía Herética, Lualpri
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