Toda una vida
Han pasado los años, muchos inviernos, muchos amaneceres, muchos soles y muchas lunas primaverales
Se esfumaron aquellos gratos recuerdos de amores queridos ideales
Se marcharon aquellas vivencias, dejando sólo tenues y escalofriantes señales
Se volvieron amarillos y llenos de polvo los faroles y la belleza de sus cristales
Aquellos que alumbraban las noches oscuras, dejando penetrar sus rayos por los umbrales
Se llenó de maleza el camino que llevaba a la barraca de los mortales
Se cayeron sus techos de paja, llenando sus entrañas de matorrales
Se pudrieron sus maderas y los horcones que sostenían aquellas inmensas puertas y sus ventanales
Se secaron y se murieron los jardines que lo regaba con amor aquella mujer con la belleza de sus rosales
Se esparcieron y se perdieron los animales y el cántico de las aves con sus melodías musicales
Se escucha el sonido silbante y atronador del viento estruendoso, de ánimas fantasmales
Busco aquella señal de aquel amor, que me dejó colgada en uno de los corrales
Cae la tarde y se divisan aquellos hermosos arreboles, que arrebataban amores inmortales
La respiración se agita y el corazón se acelera recordando aquellos lugares de pasiones terrenales
Y allí detrás de una pared triste te tapia pisada, flotan al viento aquellas enaguas de fragancias preciosas conyugales
Se paraliza el cuerpo, se eriza el alma y el espíritu vuela dejando entrever aquellos amores demenciales
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Escucho sus risas, sus carcajadas y su voz trémula de gritos alegres y otros llenos de admiración y estupores
Corre presurosa ladera abajo entre hierbas y pastizales, dejando esparcidos los aromas de sus pegajosos sudores
Su cabellera larga ondea al viento, dejando entrever la libertad de sus salvadores
Va tan deprisa, qué sus enaguas se alzan, dejando ver el edén de sus paraísos encantadores
Me lanzo tras ella, tras aquel amor, como presa fácil de los furtivos cazadores
Voy tras aquella llamarada, que una vez prendía el pabilo de mis motores
La alcanzó cuesta abajo y rodamos juntos por labranzas olvidadas de los que huyeron sus labradores
No hubo palabras, ni fueron sueños, ni pesadillas de noches de soledades, ni de lágrimas de los soñadores
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Se marchó una tarde la mujer de mis amores, buscando otras ardientes felicidades
Huyó de mis brazos dejándome entre las sombras de mis soledades
Escapó buscando otros besos, otras pasiones, otras almohadas, otros brazos y otras emociones en sus acaloradas intimidades
Crucé cercas y alambrados, pueblos y caseríos tras sus fragancias, añorando las bellezas y sus vanidades
Me volví viejo canoso y arrugado, esperando con ansias, aquellos amores, aquellos besos de aquel amor, de aquel amado y apasionado querer y el talón de mis debilidades
Anduve por caminos áridos, espinosos y polvorientos entre sombras siniestras y otras barbaridades
Las lluvias azotaron mi cuerpo, con relámpagos, con rayos luminosos de sus ingratas y tormentosas tempestades
Agotado, sudoroso, flaco y horroroso, volví por mis tierras buscando recuerdos llenos de generosidades y antigüedades
Y me encontré entre paredes que las derrumbó la tristeza y las lágrimas de mis incredulidades
Entre afanes, busqué aquella señal que un día me prometiste en medio de mis perplejidades
Busqué tus pasos, tus huellas, pero las borró la maleza y la manigua y las azotó el viento en sus calamidades
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Y allí en medio de aquel rancho lóbrego, raído y triste, esperaba el reencuentro aquella mujer bella y maravillosa
La alcancé cuesta abajo y abrazados rodamos juntos con sus ojos saltones, de voces silenciosas, amorosas, de agitaciones nerviosas
Y allí cerca del riachuelo del manantial de amores, de tizones y de cenizas de llamaradas poderosas
Rasgué con fuerzas pasionarias las vestiduras y tus enaguas cayeron al río de peces, que saltaban de bailes graciosas
Aves y pájaros revoloteaban en los árboles cercanos con sus cánticos alegrando el encuentro con melodías preciosas
La tarde en su ocaso con sus arreboles fueron testigos de aquel recuerdo, de aquel reencuentro, de esta bella mujer, placentera y encantadora de belleza ardiente y caprichosa
Y pasaron las horas y nos agarró el sol de amanecida en pasiones vigorosas, de sudores pegajosas
Y le hice poemas y versos, que dibujé en su espalda y en sus pechos, como mi diosa del olimpo, ardiente y deseosa
Entre los dos reconstruimos aquellas paredes desvencijadas con nuevo techo de paja y con miradas de ensueños amorosas
Volvieron a florecer las rosas y todo el jardín se tornó florecido, con fragancias de aromas presurosas
La tierra volvió a germinar después de años de abandono y de tristezas de llantos y lágrimas gloriosas
Y allí agarrados de la mano, nos arropó una noche de lluvias huracanadas victoriosas
Me fui en mis sueños, sin el palpitar de mi corazón de respiraciones dificultosas
Luché por alcanzar nuevamente aquella mujer, por ese amor, por esas enaguas, por ese anhelado corpiño, por esas fragancias vanidosas del elixir maravillosa
No resistí tanta emoción, tanto querer, tanta espera, tanta esperanza de anhelos fervorosas
Me fui triste y acongojado, dejando nuevamente sola aquella hermosa y placentera mujer con aires de dama bella, primorosa, agradable y esplendorosa
Toda una vida buscando aquella mujer, aquel amor, aquel aroma y ahora que vivimos el reencuentro, voló mi alma al infinito y se acabó mi vida alarmante y tormentosa.
"Joreman " Jorge Enrique Mantilla- Bucaramanga mayo 28-2025
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Autor:
Joreman (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 28 de mayo de 2025 a las 13:40
- Categoría: Amor
- Lecturas: 5
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