Honestidades a Anastasia (aunque no cure de ellas)

angelinho

I

 

Me encanta como el relieve del ojo

vuestro, que tanto acecha

y tanto ofuscó los míos propios,

es mostrado tan puro.

Cantábate mil y más soliloquios

por saber qué escóndese en las pestañas

de tal ébano oscuro,

esas de tiras foscas

que acaban redondeándose en punta,

largas, magras y acabadas en filo,

filo luengo y de la color difunta,

¡y que de peligro es tan intranquilo!

No por ahora fatal

en sentido más real,

sino pensadlo como la tormenta,

que por no razonar se manifiesta

fundado en trastornos sobre la testa,

esa pasión que tanto me violenta,

tener amor por vos,

esa es mi perdición.

 

II

 

No gusta que no habléis,

porque como que parecéis ausente,

vistiendo ese hábito vuestro distante.

No gusta que calléis,

pues os mostráis como indiferente

y eso me hace sentir un rocinante

 

No me gusta que vos no aparezcáis

y entre zarzas y endrinos vaguéis,

como fugándoos de algo dañino.

Solo amparo que por bien comprendáis,

que por ningún mandamiento calléis,

ni os veáis esquiva ni en desatino.

 

III

 

Pensad en mía vida

como un amanecer que no amanece,

llegado a tal arte que se estremece 

por cada hora traída,

y que detenidas yo las avisto,

y váyanse sin por aquí pasar

como si no las hubiese yo visto.

Esas horas, mujer,

veis son de raíz a vuestra dulzura.

Al endeble hombre que quiere creer

que vale su cordura

por esperar cambiar dolor por miel

me asemejo muy cerca,

soy de quien gusta de sufrir latigazos

en mi vítrea piel,

si es que los atronadores pinchazos

conviértense en amor, no en fatiga terca.

Pasada la tormenta

impórtame muy poco

qué se llevaron los rayos airados,

tan solo que yo sienta

si leve chispa yo la reciproco

me es suficiente para ser fijados.



IV

 

Muéstranse las lágrimas de la aurora

sosegadas en hojas,

con su dócil relieve

de agua conmovedora,

fulgurando cual nieve

que porta estancia breve.

 

Brillaron ellas tanto

que trasladáronse en mis tristes ojos

sus aguas relucientes,

y yo con tanto planto

que se fuesen los entes,

y sus equivalentes.

 

No causáronme ellas daño directo,

solo su empujón dieron,

porque vengo yo ya mal fabricado,

y padezco el efecto

del silencio pesado

que por vos parece ser encontrado.

 

Tan albo día como vuestra frente

y con todo sollozo,

pues no sé si encuentro oportunidad

en vuestro amor realmente,

por no saber si vuestra voluntad

quiere nuestra amistad.

 

V

 

Creo estar puesto en vuestra alegre vida

como un simple farol,

rielando en cada cadente ocasión

sin quizás ser partida.

 

No quiero por perdida

daros por frustración,

tanto me corroe el sentido amor

que ya póngome alerta enseguida.

 

Empero jugar a las cartas siento 

sin fichas que apostar,

y aún jugando sin ado llegar

estoy creo contento.

 

No sé si veré escalera real

o mísera carta alta,

solo, al fatum rezar,

solo, lo que haga falta.

  • Autor: angelinho (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 27 de mayo de 2025 a las 04:19
  • Categoría: Amor
  • Lecturas: 10
  • Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Llevate gratis una Antología Poética ↓

Recibe el ebook en segundos 50 poemas de 50 poetas distintos




Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.