Llegaron sin permiso

Elizabeth Maldonado Manzanero

No sé en qué momento exacto

comenzó la mudanza

y empezaron los huéspedes

a trastocar los sentidos

 a instalarse uno a uno…

Tal vez fue un miércoles,

ombligo gestor de la semana.

De esos días grises que no tienen color,

ni sabor preciso,

que llegan arrastrando los pies

como bastón de anciano.

 Tampoco creo fuese necesario el registro.

Solo se que fue uno de tantos,

de esos en que no se espera nada,

pero el alma como terreno baldío

permite que crezca cualquier cosa,

y en bonanza…

 

La ansiedad quizás fue la alerta,

la primera en hallarme,

sin custodios y sin fronteras,

con su trajín de algarabía.

Sí, quizás fue la primera.

Entró sin golpear,

como el familiar que llega de fuera.

Se sentó en mi pecho como si fuera suya,

prendió su hoguera,

tomó su café de mis nervios

y el azúcar de los besos no libados

de la primavera.

Durante horas

me dictó pensamientos y sueños,

era como la mujer egoísta

que habla de sí misma,

el gerente ansioso

que dicta las faenas,

o un huésped quejumbroso

que hablaba todo el tiempo,

en voz baja, a gritos,

revolviéndolo todo.

Daba pasos fuertes de aquí para allá,

con tono imperioso

quería que se le resolvieran las urgencias.

 

Después, quizás, llegó austera la nostalgia,

sutil, elegante, como melodía lejana.

Traía en los labios tu nombre

y en los ojos un álbum imaginario

de momentos que lamentablemente

no vivimos.

Se puso cómoda,

me transitó con delicadeza,

dejando marcas profundas,

como cicatrices de tortura.

 

Y al caer la tarde,

se instaló como ráfaga de viento: el deseo.

No pidió permiso para nada.

Bebió a sorbos mi fuego.

No hablaba.

Se situó en el centro exacto de mi hambre.

No era por ti, eso creo,

era por el eco de lo que imaginé contigo:

Por la caricia que no se dio,

por el silencio entre dos bocas

quizás demasiado cercanas,

pálidas en el cariño

como flores que se secan juntas

entre libros viejos...

pero que no son, no aroman

ni sirven para nada...

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Comentarios +

Comentarios1

  • Lualpri

    Gracias por tus letras, Elizabeth.
    Buenas noches.



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