Proclamación del muerto

Proclamación del muerto

Me he trasladado a otra dimensión,
donde no existen tus pasos ni tu sombra,
donde tu risa es un llanto ahogado
en las orillas púrpuras del olvido.

No veo tus ojos de obsidiana líquida,
no siento el jadeo de tu aliento especiado,
no escucho la melodía quebrada de tu voz
cuando éramos un solo temblor
bajo sábanas salpicadas de luna.

La luz divina, amor, no es más que un espejismo:
no ilumina el espíritu,
sólo quema.

En la tumba caliente de mi alma
se pudren los recuerdos con aroma a mirra,
y lloro, amor mío, lloro
porque la muerte —traicionera—
me arrancó de tu ardiente cuerpo
cuando aún no había terminado de beberte.

Pero no llores, mi flor de mandrágora,
porque volveré,
reencarnado en las formas más voluptuosas:
una serpiente de seda entre tus muslos,
una orquídea que se abre cuando te bañas,
el fuego que crepita en la lámpara junto a tu cama.

Y en ese diamante que dejé en tu dedo,
verás no al hombre,
sino al esclavo, al orfebre febril,
tallando con dientes y dedos
una promesa de amor inmortal
y un deseo que no muere.

No lo dudes, volveré, mi amada del crepúsculo,
aunque sea por un suspiro,
aunque el tiempo me devore,
para saciar esta sed de amor ardiente
que me consume aun estando muerto.

Volveré cuando el mar
se haya tragado el último rayo de sol
y tú te hundas en la miel de tus sueños.
Entonces, sin nombre ni forma,
acariciaré tu cabello perfumado,
tus labios, tu vientre, tu grieta humedecida
la piel ardiente de tu espalda.

Te estremecerás —sí—
y tus suspiros serán oraciones.
Tus sollozos, gemidos de otra vida.

Y al fin, amor mío,
despertarás en mis brazos
dentro de tu sueño...
y yo, enloquecido de pasión,
volveré a morir
por el placer de encontrarte de nuevo.

No dejé de amarte al morir—
  "Solo aprendí a besarte en el susurro del alba,
a abrazarte en el temblor de la brisa,
a llamarte en la lágrima que nunca pediste."

—L.T.