La comunicación constante, un puente de palabras,
que acorta los kilómetros, disipa la sombra.
Un río de voces que fluye sin trabas,
donde el alma se expresa, sincera y sin asombro.
El respeto profundo, cimiento seguro,
que honra la distancia, el tiempo y el sentir.
Que entiende el silencio, el anhelo puro,
y en la ausencia construye un modo de vivir.
Y el amor impercedero, la fuerza que anida
en lo más hondo del ser, sin fecha de fin.
Una llama eterna, que nunca se olvida,
un lazo sagrado que nos une sin confín.
Estos tres pilares sostienen la espera,
la paciencia activa que el alma cultiva.
Son la certeza firme que el tiempo no merma,
la promesa tácita de una dicha viva.
En cada mensaje, el respeto florece,
en cada llamada, el amor se hace fuerte.
La comunicación constante nos mece,
manteniendo encendida la llama de la suerte.
Son el mapa seguro en la noche incierta,
la brújula fiel que nos guía en la niebla.
La prueba palpable de que nada importa,
si este triple lazo jamás se quiebra.
Así, aunque la distancia nos tenga apartados,
vivimos unidos por este triple don.
Con corazones fuertes y sueños alados,
esperando el instante de nuestra unión.
-
Autor:
Edgardo (Seudónimo) (
Offline) - Publicado: 21 de mayo de 2025 a las 00:09
- Categoría: Amor
- Lecturas: 3
Offline)
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.