"El Hombre Azúl"

Alvino Avalos (Pachi)



Dedicatoria: A mi papá, Avalos Alvino S. Tal vez no te agrade mucho el título, pero qué mejor forma de describirte que valiéndome del color de ese uniforme; el azúl, del firmamento y de la realeza, qué te sientan más que bien.

 

Qué alegría, el hombre azúl por fin ah regresado; realmente ya lo esperábamos y extrañabamos tanto; inmediatamente corremos a arrojarnos a su cuello; él nos corresponde también con decenas de besos y con la más dulce de las sonrisas a pesar de encontrarse muy agotado. 

El espacio se alfombra de obsequios en forma de papeles dibujados, y juguetes, de todo tipo y tamaño; mi hermana juega al salón de belleza con él; uñas pintadas, peinados y cortes de cabello imaginarios. Más adelante, también mi hermano pequeño descansará alegre en su regaso.

En lo que dura un abrir y cerrar de ojos, la casa se transforma en un cálido hogar en donde el amor y la paz son los pilares de su reinado soberano.

 

El hombre azúl, no nos creerías; tan dulce como la miel silvestre; aunque a veces airado e incomprendido, el fin que persiguen todos sus gestos y tratos siempre serán la dicha del cariño y el bien, tanto para sus hijos como para sus nietos; y tan fuerte; como el mismo acero, siempre presto para el esfuerzo y para ganarse dignamente el pan sin importar los días ni los tiempos.

El hombre azúl, todo un guerrero templado; techo para nuestros egos inflados y viento oceánico para cuando nuestras velas se encuentran abatidas; incertidumbre frente a la propaganda pasajera del mundo y faro refulgente en medio de la tempestad de las grandes dificultades; rostro apartado al mal obrar y mano siempre tendida para el auxilio nuestro; él lo sabe muy bien, que el amar es blandir la espada luchando.

 

El hombre azúl; sirviente y dueño de un Creador silencioso que deja su estela a través de él en lo cotidiano; y que, a la hora de agradecer por los recibidos alimentos, es especialmente recordado; además, también es capaz de reconocer en su hermano a un Cristo humilde cuando acude a su puerta procurando ganarse el sustento diario.

El hombre azúl; un auténtico enviado de los cielos que hace tiempo ya que viene superando las duras pruebas y atravesando por el centro del calor abrazador de los terrenales infiernos.

 Sin embargo; su corazón, al igual que el precioso oro, incrementa aun más su brillo al poder ser solo refinado por las llamas del momentáneo horno.

  

Hombre azúl, por qué te preocupas y afanes tanto por el mañana cuando tus obras se elevan por sobre tí y son narradas a sus oídos por los alados; mas bien, pide con fe y camina confiado.

No te castigues a tí mismo por lo pasado cuando solo hay un ser perfecto, perdonate; y perdonalos, que tu mucho amor brindado junto a las experiencias vividas los encaminarán por el sendero que es bueno.

El hombre azúl; no nos bastan las palabras para describirtelo; es cómo si Dios hubiera extendido su brazo y tomado un pedazo de firmamento estrellado para luego moldearlo; nosotros, ahora los cinco; demasiado te amamos.

  • Autor: Pachi (Seudónimo) (Offline Offline)
  • Publicado: 19 de mayo de 2025 a las 11:42
  • Categoría: Sin clasificar
  • Lecturas: 5
  • Usuarios favoritos de este poema: ElidethAbreu
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