LOS DÍAS QUE NO TE ABRACÉ

El Corbán



Oh madre, madre mía, alma eterna,

mi pecho arde en lamentos que no callan,

el tiempo nos aleja, cruel y serena,

y mis días en su afán de amor fallan.

 

¡Cuánto desearía volar a tu lado,

tender mis manos sobre tu cabello!

Mas la vida, con su ritmo desmesurado,

me ha arrancado de tu abrazo y consuelo.

 

Los hijos, las horas que pasan errantes,

el trabajo que roba mis días preciosos,

han forjado distancias desalentantes,

y mi alma en tu ausencia se siente en posos.

 

Hoy vengo a tus pies, madre adorada,

a ofrecerte este amor que ya no callo;

a gritarte en silencio, aunque sea tarde,

que mis pasos, sin ti, no tienen hallo.

 

Te pido perdón, por no haberte dado

todo el tiempo que mi alma deseaba;

y aunque mis ojos se hallen atormentados

por la falta de tu luz, mi amor no acaba.

 

Perdóname, madre, por tanta distancia,

por los días que huí sin querer del nido;

me duele en el alma mi propia ignorancia,

y lloro en silencio no haberme quedado contigo.

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