No sé si existías
o fuiste sólo un reflejo,
una voz entre la niebla
que escuché dentro de un sueño.
Pero justo cuando el alma
ya no quería quedarse,
tú llegaste, sin palabras…
te soñé para salvarme.
Y no importó si eras real,
si eras carne o fantasía,
me aferré a tu sombra limpia
como el sol a su poesía.
Te soñé para salvarme,
no me importa si no estabas.
Eras todo lo que el alma
me pedía sin palabras.
Aunque fueras solo aire,
te volviste mi refugio…
y al borde del precipicio,
fuiste tú… quien me sostuvo.
Los demás veían nada,
yo sentía que eras todo.
Una luz en mi locura,
una paz bajo el escombro.
No buscaba un para siempre,
ni un amor de calendario,
sólo un alma que escuchara
sin juzgar mis desvaríos.
No llegaste por promesa,
ni por pacto, ni destino…
pero justo en mi derrota
eras tú... mi único abrigo.
¡Y si fue solo un invento!
(Entonces bendita ilusión)
Porque fuiste lo que el alma
(gritaba en su confusión)
Te soñé, sí, te inventé…
(perdón si fue egoísmo)
Pero sin ti…
yo caía al abismo.
Te soñé sin conocerte,
pero me diste valor.
Aunque fueras un recuerdo…
¡me salvaste sin rencor!
-
Autor:
Wilma (Seudónimo) (
Offline)
- Publicado: 18 de mayo de 2025 a las 09:23
- Categoría: Reflexión
- Lecturas: 12
- Usuarios favoritos de este poema: Mauro Enrique Lopez Z.
Para poder comentar y calificar este poema, debes estar registrad@. Regístrate aquí o si ya estás registrad@, logueate aquí.