Cuidate

Esta mañana, al despertar, sentí el aire denso y la quietud opresiva de una manera inusual, como si el propio tiempo se hubiera detenido para señalar un cambio. Fue entonces cuando la distancia entre tú y yo se manifestó con una claridad dolorosa, una brecha invisible pero palpable que se extendía como un abismo silencioso.

Ese silencio, antes inadvertido o quizás ignorado, ahora llena cada rincón de este universo compartido, resonando con ecos de palabras no dichas y sentimientos suspendidos en el tiempo. Un mundo entero se interpone entre los dos, construido ladrillo a ladrillo con la ausencia y la costumbre.

La vida, imperturbable, sigue su curso, el mundo continúa girando en su danza cósmica, mientras yo permanezco aquí, anclado a este presente consciente, observando el devenir de los días con una nueva perspectiva. En este punto de quietud reflexiva, me doy cuenta con asombro de que una década completa se ha deslizado entre mis dedos, diez años marcados por la sutil erosión de la distancia.

Dejo atrás el peso del ayer, liberando las memorias que ya no me sirven, y con una mirada renovada, contemplo el vasto horizonte que se extiende ante mí. Es un lienzo en blanco, lleno de posibilidades inexploradas y promesas silenciosas.

Ahora, con una determinación firme, tomo la pluma para comenzar a escribir un capítulo inédito en la historia de mi vida. El rumbo de la narración ha cambiado irrevocablemente, y yo, el autor y protagonista, asumo el control de mi propio destino.

Cuídate, dondequiera que estés, y por favor, no permitas que la sombra opaque la luz de tu sonrisa. Recuerda que la alegría es una elección, una fuerza poderosa que irradia incluso en la distancia.

Por mi parte, me permito abrazar la felicidad. La declaro solemnemente sobre mi vida, como un decreto inquebrantable. Me abro a las nuevas experiencias, a las oportunidades que aguardan y a la paz que reside en el autoconocimiento y la aceptación del presente.