Aromas de un fuego ansioso

Rosendo Ruiz

Sin quererlo entré en un trance

al ver como esa llama

se mueve con tanta gracia.

 

¡Cómo sube y baja su intensidad,

cómo lo hace con tanta soltura!

 

Y cómo da infinitas vueltas al son

del piano que llora en esa Berlín del 73

que Lou Reed pintó cuidadosamente

y que ahora retumba en mi cabeza.

 

Yo puedo ver, llama roja y ansiosa,

cuánto deseás salir de ese frasco

lleno de aromas tan triviales.

 

Cuánto deseás escapar para probar 

los olores más desagradables.

 

Y sin embargo, seguís dando vueltas

por tu frasco, como si buscaras

un gas eterno que jamás te harte.

 

¡Por favor, dejá ya ese mal hábito,

que lo único que lográs es irritarme!

Vos mejor que nadie sabés

que nunca vas a encontrarlo.

 

Así que ya dejate de ilusiones 

y en su lugar te invito a apreciarte

en tu eterna y crujiente sombra.

 

Y quiero que me digas, llama ingenua;

¿Ves poder o miedo en ese brillo chirriante

que enmarca tu rojo amarillento? 

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